Identifican las deficiencias en las estructuras y funciones corporales asociadas a la visión, y emiten un diagnóstico claro para la prescripción de ayudas ópticas, no ópticas y electrónicas, que le permitan al usuario aprovechar al máximo su baja visión.
Cuando aún después de tratamiento, de usar anteojos o lentes de contacto, medicamentos, o después de una cirugía, no mejora la visión, dificultando un adecuado desempeño visual para la realización de las tareas de la vida diaria como cocinar, leer, escribir, coser, ver la televisión, caminar e identificar los colores, entre otros.
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